viernes, 1 de abril de 2011

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Porque no hay polla más dura que la vida ni coño más húmedo que mis sábanas al avecinarse temporal de lágrimas. Todos hemos usado el sexo como vía de escape a la apatía que puebla el calendario. Dejar atrás los problemas en camas anónimas con sábanas sin etiqueta. Sí, esas mismas sábanas en las que lloras cuando se van. Sólo en la cama puedes tocar a la vez el cielo y el suelo. Allí es donde la caída es más fuerte, donde un orgasmo te acaba haciendo trizas al cerrarse la puerta.

Todo esto le contaba yo a mi almohada aquella noche, y no debió gustarle mi cantinela, porque al día siguiente me levanté con tortícolis. Y así paso los días aquí tumbado, entre agua ligeramente salada, olores sin cara y collarín de vez en cuando. Creo que  me paso al sofá.

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