domingo, 27 de febrero de 2011

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Echo de menos el humo y tu sonrisa tras la barra. Vaya, el puto láser me acaba de abrasar un ojo. Y de repente apareces detrás de un montón de botellas de Brugal de garrafón. Y pones esa sonrisa inclinada que tan nervioso me pone, esa que hace que este antro se convierta en el club de moda de la ciudad. Porque mi filosofía es ese labio 45º desplazado hacia la derecha y mi forma de vivir son tus pupilas, o tu tabique nasal, o lo que sea. Yo te dejaría que me llevaras aquí, allá o a cualquier otro lado. Mierda, haces un signo para que vaya hacia la puerta de los baños. Y entramos. Y caigo. Tus huellas dactilares clavadas en mi espalda. Y después de que te vayas, vuelvo a caer, literalmente, porque me he resbalado con los cristales de una copa que había en el suelo. Mierda, no era una copa, era mi puto corazón joder. Llamaría al 112, pero su diagnóstico sería intoxicación etílica, y ese es ahora el menor de mis problemas.

martes, 22 de febrero de 2011

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Hoy, haciendo unos deberes absurdos de Lengua, me he dado cuenta de que soy una anfibología hecha persona. Confuso, repleto de dobles sentidos y significados ocultos y sobre todo, entendido por nadie. Puedes interpretarme como quieras. Te aconsejo que pienses la peor interpretación, conmigo siempre funciona. 

Llámame error lingüístico o tópico literario, como tú prefieras, en serio. Quizás acabes descubriendo si vi a mi madre en el banco del parque o en el BBVA, pero déjame seguir jugando contigo. Por cierto, la perra de tu madre está enferma (já, picaste). Ah, y si no has entendido una puta mierda, ve a buscar anfibología al Sr. Google, que a mi Lengua Española NO aplicada a los medios me está trastornando.

domingo, 20 de febrero de 2011

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Cada año mueren 35 millones de personas de hambre y desnutrición. Ellos no van a ocupar nunca una página de un periódico, pero tú tampoco. Posiblemente una persona de cada millón hace algo que alguien recordará en el futuro y mi objetivo es ser uno de ellos, hacer algo útil, algo que haga que en mi funeral no solo mi madre se ponga triste, que alguien que no me conozca derrame una lágrima por mi pérdida. 

Día a día veo gente que no tiene vida, gente cuyo evento anual más importante es acudir a alguna boda para poder comer langostinos congelados, gente que hojea el periódico en el metro solo para dar buena imagen o que acude a algún outletrtante anual masne vida, absorbidos por la rutina ponga triste, que alguien que no conozca derrame u para vestir de marca. Gente que no aporta nada, simples números en la población mundial, y además se creen con el derecho de mirar por encima del hombro a aquellos que no siguen los patrones de vida perfecta, esos que al menos han inventado una manera distinta de vivir, los que disfrutan del contorno de las baldosas y la perfección geométrica del Cumbre de Gredos.

Me niego a unirme a la masa, algo tengo que hacer para que se hable de mí después de mi funeral…aunque acabe asesinando gente vestido de Pato Donald. Quizás muera sin dignidad, pero no moriré mediocre.

miércoles, 16 de febrero de 2011

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Lo peor de saltarte tus principios, de matarlos, de romperlos, de ahogarlos, de dejarlos tirados en cualquier rincón...es la soledad que se siente después. Esa soledad que provoca perder a alguien que nunca debí perder: a mí mismo. Porque 2010 cagadas no traen 2011 sonrisas, sino 2011 noches dando vueltas en la cama hasta que el cerebro deja de torturarme y decide regalarme una tregua.

viernes, 11 de febrero de 2011

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Mis reflexiones sobre lengua, literatura, árboles, tarimas y demás. A ver si os sirven para reflexionar sobre la (in)educación:

PD. Os recomiendo encarecidamente el blog de Fernando, por supuesto :).
PD2. Me encanta sentirme como un guest star jajaja.

martes, 1 de febrero de 2011

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El otro día en clase, nos mandaron lo que yo predije como los deberes más absurdos de la historia mundial de los deberes. Teníamos que darnos una ducha y al salir, dibujar el contorno de nuestra cara en el espejo repleto de vaho. Cuando empecé a trazar la línea, todo el sentimiento de absurdez se fue evaporando como hielo en el asfalto. Encontré una parte de mí escondida tras el vapor, el otro yo, enfrentados cara a cara. El que vive al otro lado de lo borroso, de lo impreciso, de las dudas. El individuo que estaba tras los desdibujados trazos de mi reflejo, sonreía. Me dieron ganas de romper el espejo y preguntarle que tenía que hacer para pasarme al otro lado, pero como tantas veces en mi vida, no tuve valor y mientras cavilaba todo el vaho se esfumó. 

Me di cuenta así de cómo era yo en realidad, con mi objetivo vital constante de alejarme de todo lo que veo borroso por el miedo a que no me guste lo que encuentre tras las dioptrías. Un cobarde empedernido incapaz de luchar por lo que le importa, que se rinde al menor atisbo de duda, que huye kilómetros para no enfrentarse a todos los espejos que presencia en su vida. Espejos que siempre se acaban rompiendo.