martes, 3 de enero de 2012

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Pepito Grillo hace su agosto mientras derrochamos tiempo haciendo todo lo que odiamos hacer para que no se descubra lo que en realidad nos gusta. La bella es durmiente cuando nadie mira, pero entre las cuatro paredes del hediondo motel se convierte en bestia. Los jadeos despertaron al gentío, y su lapidación pública se disfrazó de funeral por una dignidad hoy bajo tierra. Desde entonces el Rey León duerme solo, añorando zarpazos ausentes.

Peter Pan no quiere crecer, y disfruta fantaseando con la hipnótica danza de Alicia, imaginando que son dama y vagabundo en un insólito viaje. Luego cae de bruces a la Tierra y recuerda que solo Robin Hood es capaz de robar corazones. El jorobado asiente con resignación desde la esquina más lúgubre de la estancia. Blancanieves ya no tiene tiempo para esas tonterías, porque debe alimentar siete bocas ávidas pero desagradecidas.

La Sirenita prefiere ahogarse para vivir feliz con su desnudez, y Pocahontas sufre porque le hubiera gustado follarse a Tarzán antes de que el imperialismo hiciera acto de presencia. Baloo asiente con una mueca de resignación, porque la selva en la que viven es cada día más dura. La madre de Tod nunca aceptó que su hijo estuviera liado con Toby, así que ahora comparten cartones mojados todas las noches. El sombrerero loco ríe sin control sobre el césped porque sabe que pronto llegará el bajón.

Hércules se curte en el gimnasio para recuperar una seguridad en sí mismo que nunca existió, mientras Aladdín comprueba que sus alfombras nunca se elevarán tanto como las de la tele.  Bambi es incapaz de caminar solo en este mundo de papel cebolla, y Dorothy llora desconsolada sobre el camino de baldosas amarillas porque no le queda dinero para comprarse unos zapatos rojos. Pinocho arde en la parada del autobús.

Todos ellos prefirieron convertir su vida en cuento antes de tener que sobrevivir en un mundo de mierda. Pero la vida es sueño, y los cuentos, sueños son.

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