domingo, 12 de diciembre de 2010

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Globalización. Esa palabra está presente en cada uno de nuestros pasos, persiguiéndonos en cada portada, en cada titular. Afecta a todo el mundo, desde Texas hasta Australia y desde Groenlandia al Río de la Plata. Marlboro en Pekín, Eristoff en Río de Janeiro, Cocaína en Sydney. Pero es sólo una globalización económica y comercial. El mundo se convierte así en algo más completo, exportando cada país lo mejor que tiene, y consiguiendo así que todas las ciudades del mundo reflejen las mismas tiendas, la misma moda, las mismas personas. Hasta una abuela se come un kebab, y luego es incapaz de asumir que su hija esté casada con un turco. ¿Por qué no se globaliza la coherencia? ¿Por qué amamos a Obama y nos cambiamos de vagón cuando entra un negro? Un marroquí puede comprar en Zara, pero le seguirán rodeando miles de fronteras. De que le vale escuchar a Beyonce o a Shakira si cuando las baila en una discoteca, a cada nota le rodean los prejuicios. No quiero poder elegir entre Big Mac o Whopper, solo quiero que se globalice la libertad, que se globalice la igualdad, que se globalicen las sonrisas.

2 comentarios:

  1. Aunque me gusta esta entrada porque soy fan de tu vena polémica... me quedo con la /2/. Perfecta, de verdad. Eres un artista, señorito.


    Un besín :)

    PD: Soy Elena, por cierto, o Buh Ayqué Susto :D

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  2. Jajaja espero que seas asidua por aquí :)
    Por lo menos que uno de los dos llegue a algo en nuestra carrera...o Coixet o Amenabar XD un beso y gracias por comentar!!

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