viernes, 4 de marzo de 2011

/26/



Siempre bañándote en relojes de arena. Disfrutas viendo lo lento que pasa el tiempo, lo que tarda en bajar hasta el último grano. Te pongo guindillas bajo la almohada para darle ese punto picante a tu vida, que dejes ya de contar arena, minutos, tiempo. Aun así tú sigues levantándote con el edredón como capa, preguntando si hay naranjas para hacerte un zumo  y volviendo a la cama tras descubrir que no queda ninguna. Todo en tu vida es como una decepción constante. No haces nada porque no tienes expectativa de conseguirlo, y es cierto que cuando lo intentas, la vida te da por culo. Pero bueno, ya no pienses más en el ayer, que mañana es otro día.

Cómprate el helado más caro del mundo, pisa baldosas, huele flores o léete tu libro favorito hasta que te salga costra en los dedos de pasar página otra vez, pero haz algo que te haga sentir vivo. Que no haya más escarcha en tus venas ni plomo en tus talones. Que en cada paso tus zapatillas se levanten del suelo sin remedio. Cambia. Ya no quiero más tu amor de garrafón, tu sexo de saldo. Ropa interior con el elástico desgastado. Cansancio entre tus resquicios. ¿Por qué te empeñas en vivir la vida a mitad de intensidad? En mi cajón hay espacio para dejar también tu rutina.

2 comentarios:

  1. Alucinante.
    Me encanta que sigas con esto y consigas sorprenderme cada vez más de lo que eres capaz de decir en un texto.

    ResponderEliminar
  2. Jajaja guirao que me sonrojas :$

    ResponderEliminar